LAS
CEREZAS DEL CURA JARAMILLO
(Ignacio Nuñez
Ventura)
Anterior a nuestro antiguo
y querido cura párroco D. José Tesoro Díaz, hubo otro al que llamábamos el
Padre Jaramillo, al morir éste fue cuando vino su sustituto D. José Tesoro.
El Cura Jaramillo
vivía en la C/ Monturio pero aquí arriba junto al llanete, yo creo que era la
segunda casa después de la de esquina con la C/ Nueva. De todas formas esta
casa del cura era la que daba acceso al cortinal, este era un gran corral que
llegaba hasta los pelambres.
Este Sr. Tenía por
costumbre diaria y mañanera ir a la “Huerta de D. Paco” que es la finca que aún existe a la izquierda
del camino que va a verdelajara, que a la derecha está “La Nogalera” y en medio
de las dos, en el camino, en su parte derecha, está el pozo que dio agua
potable durante largo tiempo a todo el
pueblo.
En esa huerta había
cantidad de árboles frutales y entre ellos unos cerezos que daban una fruta
deliciosa. Así que cuando era el tiempo de ellas, venía el Cura Jaramillo con
los bolsillos de la sotana bien llenos de aquella suculenta mercancía que era
repartida por él entre todos los niños del contorno, y durante
todos los días del verano. Es de suponer
que como en aquella fecha muy poquita fruta se comía en casa y menos las cerezas
que eran muy escasas, los niños con gran alborozo esperáramos al cura que cada día hacía su aparición por la esquina con sus bolsillos repletos de aquellas
delicias de sabor tan rico y que
considerábamos así como si fuese el “Maná” que según el libro del Éxodo era enviado por
Dios al pueblo de Israel durante la travesía del desierto.
Que poquita cosa era y
que fácil de satisfacer esas necesidades de la época.