domingo, 17 de junio de 2012


LAS CEREZAS DEL CURA JARAMILLO        

(Ignacio Nuñez Ventura)

Anterior a nuestro antiguo y querido cura párroco D. José Tesoro Díaz, hubo otro al que llamábamos el Padre Jaramillo, al morir éste fue cuando vino su sustituto D. José Tesoro.

El Cura Jaramillo vivía en la C/ Monturio pero aquí arriba junto al llanete, yo creo que era la segunda casa después de la de esquina con la C/ Nueva. De todas formas esta casa del cura era la que daba acceso al cortinal, este era un gran corral que llegaba hasta los pelambres.

Este Sr. Tenía por costumbre diaria y mañanera ir a la “Huerta de D. Paco”  que es la finca que aún existe a la izquierda del camino que va a verdelajara, que a la derecha está “La Nogalera” y en medio de las dos, en el camino, en su parte derecha, está el pozo que dio agua potable durante largo tiempo  a todo el pueblo.

En esa huerta había cantidad de árboles frutales y entre ellos unos cerezos que daban una fruta deliciosa. Así que cuando era el tiempo de ellas, venía el Cura Jaramillo con los bolsillos de la sotana bien llenos de aquella suculenta mercancía que era repartida por él   entre todos los niños del contorno, y durante todos los días del verano. Es  de suponer que como en aquella fecha muy poquita fruta se comía en casa y menos las cerezas que eran muy escasas, los niños con gran alborozo esperáramos al cura  que cada día  hacía su aparición por la esquina  con sus bolsillos repletos de aquellas delicias  de sabor tan rico y que considerábamos así como si fuese el “Maná”  que según el libro del Éxodo era enviado por Dios al pueblo de Israel durante la travesía del desierto.

Que poquita cosa era y que fácil de satisfacer esas necesidades de la época.

lunes, 4 de junio de 2012


EL CENTRO PARROQUIAL Y LA TV.
(Según Ignacio Nuñez Ventura)

Hasta el año (calculo que fue el 61 o 62)  la parroquia de Fuentes disponía de un almacén adosado a su izquierda, mirando desde la puerta de abajo, la que se llamaba de los hombres. Esta nave solo tenía como utilidad el de meter allí las andas de las procesiones,  santos descabezados o con otras imperfecciones debidas a su mucha antigüedad. También servía de escondite a la chavalería para  darle al cigarro y también a otras “cosillas” o travesuras inconfesables. Particularmente en épocas de invierno y muy especialmente cuando  llovía   --este era un perfecto y adecuado refugio—

Así que D. Pedro el cura, uniendo voluntad y deseo, vio que aquello con algo de reforma podría dedicarse a algo más productivo y, por qué no  a un centro parroquial?.

Con esta idea en su mente animó a la juventud a involucrarse en aquella causa. Así que dicho y hecho, ellos, los jóvenes, comenzaron hacer el acopio y acarreo de  los materiales  de construcción necesarios así como el que sabía de albañilería allí que daba sus peonadas los festivos o por la tarde después de finalizado sus cotidianos trabajos,  otros les servían de peones y  otros subían los materiales y mezclas, así que todo el mundo que pudo arrimó el hombro.

Con este empuje y diligencia el centro parroquial pronto estuvo terminado y se inauguró. Se habilitó como salón recreativo para TV., no sé si para algunas otras cosas más, pues en ese tiempo yo estaba ya en Sevilla y solo pasaba en el pueblo  el verano.

Pero aquí viene lo bueno: La TV era un invento novedoso y desconocido, sobre todo para las personas mayores que no podían concebir que aquellas imágenes eran producidas y emitidas desde muchos kilómetros de distancia. Las emisiones, naturalmente en blanco y negro, eran muy precarias. El día que emitían corridas de toros, era una fiesta, los hombres del campo terminaban antes sus faenas para no perderse aquello y allá que van al centro parroquial. Todos intentaban ponerse en un buen sitio, digamos lo más cercano al televisor, para así no perderse detalle. Para las tomas en plaza  de estos eventos solo se utilizaba una cámara o dos, así que era muy difícil que los operadores y/o realizadores  pudieran seguir la lidia, de tal forma que si el torero daba un pase, pues el toro, a la salida de la suerte, siempre se “escapaba” a la derecha o a la izquierda y se perdía de la pantalla. No queráis ver a nuestros “abuelos” haciendo así como un balanceo pendular con su cuerpo, a derecha o izquierda, pretendiendo ver al toro que se les marchaba del campo de visión, bien por un lado bien por el otro. Que pasaba con esto…   que quitaban la  vista a  las otras personas que tenían detrás, y estos de atrás, a su vez, al echarse a un lado y otro  se las quitaban a los detrás suyos y así sucesivamente hasta los que estaban en el final.

Esta circunstancia o inadaptación de  nuestros mayores al medio se convertía en un verdadero jolgorio digno de presenciarse.  Bueno, pero todos contentos pues así se podía ver alguna corrida  de las Fallas Valencianas, San Isidro, los Sanfermines, feria de Sevilla, etc.etc. y lo más bonito sin pasar por taquilla ni  moverse del pueblo.-

¡!Que idea tan genial la de nuestro cura D. Pedro!!
Y que labor tan práctica la de nuestros jóvenes.