(A petición de unos cuantos paisanos que me piden repita la anécdota de las gallinas:
Yo, como he dicho en otras ocasiones, nací y viví en Fuentes hasta los 17 años en que marché de ahí a descubrir nuevos horizontes, (año 1960)
Mi abuela materna, Rosa Gómez, vivía en la calle San Juan, barrio de San Onofre.
Yo desde muy pequeño gustaba de ir a su casa por las mañanas, ya que ella hacía y vendía pan, lo cocía en un horno que tenía su casa en la tercera nave. Olía la casa a pan recién hecho, creo que por esto ya era muy llamativo para un niño pequeño como yo el estar en casa de mi abuela; allí venían a comprarle el pan todo el barrio (Sr. José Manuel Triano, Sr. Lucas el cartero, entre otros)
Pero había una cuestión que me tenía totalmente intrigado y que yo no sabía el porqué de aquello.
En la cuadra tenía mi abuela así como 10 o 12 gallinas y unos gallos, cada día hacía con ellas un ritual que a mí me tenía lleno de intriga y misterio pero que nunca le preguntaba, no sé, creo que por respeto, y la cosa era que las echaba a todas a la calle y se marchaban al paseo, allí se lo pasaban en grande escarbando la tierra. Así que abría un poco la puerta de la cuadra, lo suficiente para que solo pudieran salir las gallinas de una en una, a cada una de ellas la cogía y le metía un dedo en el culo y decía: esta sí o esta nó, de forma que las del sí las volvía a meter otra vez en la cuadra y las del nó las echaba a la calle a su diario recreo, yo noté que a los gallos nunca le metía el deo en el culo, así que los echaba directamente a la calle, cosa para mí muy extraña.-
Pasado el tiempo resolví el misterio y era tan simple como que las que estaban a punto de poner tenían ya el huevo que se les tocaba con el dedo y para no perder este bien tan preciado las retenía dentro hasta tanto lo pusiera. Un huevo de aquellos años no era cualquier cosa, (era un tesoro) era nada más y nada menos que un señor huevo de los años 50 (ahí es ná)
Desde Sevilla para todas/os con todo el afecto.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario