domingo, 26 de febrero de 2012

UN ANTES Y U N DESPUÉS EN FUENTES DE LEON.

          Hoy contaré otra bonita historia que ocurría en Fuentes allá por la segunda mitad de los años 50.  Antes deseo situaros en la escena:  para ello quiero que entréis en la Web http://www.fuentesdeleon.net/ en el álbum de fotos, precisamente en las  “nostálgicas”, ahí encontrareis a dos jóvenes y bellas señoritas fotografiadas en la carretera que va a Segura y a la altura del cebadero de Cárdeno y que se ve, al fondo, la capillita. Si os dais cuenta están vestidas al uso de la época, estos eran los trajes de domingo, (todo honestidad y recato) largo hasta los tobillos,  escote ajustado, mangas hasta  las muñecas y  que solo  dejan  ver las manos. Bueno,  una vez situados,  sigo con mi historia.
          Nuestro pueblo por aquella época estaba totalmente aislado, ello era debido a  que no está situado en el camino de ninguna ruta, principalmente por ser el último de la provincia, no era camino de paso a ninguna parte ni tampoco poseía ferrocarril  como Cumbres. No había autobús de pasajeros para unirnos a Segura  que sí estaba en la ruta, (sólo uno, “El Correo”) pero este no era coincidente en su horario para el enlace Zafra u Oliva/Sevilla ni tampoco dirección Badajoz. No había prensa (solo la del casino de los socios de la calle fina). No había radio (posiblemente un 1% de las casas lo tendrían). No había teléfono (solo era utilizable  una central telefónica regentada por la familia Moya/Cobos. Naturalmente no había televisión. No había luz eléctrica (solo una bombilla o dos en cada casa) y solo lucían durante la noche, digamos que desde la puesta del sol hasta la salida de éste. Aunque  con mucha frecuencia  había apagón debido a sobrecarga de la  red, al viento, a la lluvia etc. etc. y entonces tardaba en haberla así como una semana. No había agua corriente en las casas. No había, salvo excepciones,  alcantarillado. No habían cuartos de baño ni aseo. De tal forma que un día una  pareja preparaba su casa para casarse y llegó a conocimiento de algunas gentes que esta pareja hacía en ese su futuro hogar  un cuarto de baño, y se corrió el rumor, así que en un grupo de mujeres que comentaban el inaudito caso se oyó a una de ellas que argumentó: “Y para que coño quiere esa joía tonta un cuarto de baño?” (sin comentarios).  Sólo habían así como tres coches, dos camiones  (uno llamado “el viento”)  no sé por qué,  y una moto Guzzi que era de Morales el practicante, por cierto,  que era tan extraordinario lo de la moto en el pueblo, que los chiquillos  le hicimos una copla a la moto… y que comenzaba así: “La moto de Morales es el terror de los zagales….”

    Podéis fácilmente suponer que  aquel forzado aislamiento representaba una imaginable pero férrea  e infranqueable muralla por la cual era imposible se filtrara absolutamente nada de las innovaciones y movimientos  de todo orden que, a pesar de todos los pesares, y por mor 
de la evolución propia de la vida,  ya se iban  produciendo  en nuestra querida España, principalmente en los grandes núcleos de población.

          Tocante a la juventud, y debido a este aislamiento, no  llegaba ninguna moda proveniente del exterior. Ni en las formas de vestir, ni en el comportamiento  y relación entre jóvenes hembra/varón.- (por esto os decía vierais lo de la foto de las dos lindas  jóvenes)  muy representativas de lo que quiero decir.
Los domingos había baile (en los altos del casino del seño Paco Posada) que era la casa de frente del Acuario  (esta casa  albergó posteriormente la “Academia Marcelino Tena” entre los años 1963 y 1973) según puede leerse en una placa conmemorativa situada en su fachada.-

          Pues bien, aunque el baile era “agarrao”, lo frecuente y honesto era que siempre hubiese  una sutil separación  entre la pareja que bailaba, esto creo que era más bien por evitar habladurías y prevenir el  “que dirán”; ya que si de ahí  llegase a  madurar un noviazgo  y esta relación se rompiera, pues a esta joven ya le sería muy difícil le saliese otro
novio, ya que las habladurías quedaban ahí presentes y pegadas como el sello a una carta (como vulgarmente se decía: se quedaba para vestir santos)  la música bailable que se ponía eran de los cantantes Nat King Cole –en español- Antonio Machín, pasodobles, y las grandes orquestas de Pool Muriat , Mantovani y otros,  con sus mambos,  cha-cha-chás y otras del momento (todo en discos de vinilo)

          Los acercamientos entre parejas se hacían en el banderín de enganche, esto es, la calle que va desde la plaza al altozano, para lograr un paseo con la niña de tus preferencias no queráis ver la cantidad de recursos de que tenía que valerse el chaval pretendiente, yo creo que en un 98% quedaba la cosa en fracaso o calabazas.

        Bueno, esta situación tendría un día que cambiar pero,   ¡!cómo?  Ya habéis leído de qué forma estaba montada la sociedad del momento, y la dificultad que suponía importar novedades de fuera principalmente debido al aislamiento de que antes os hablo. Era así como una botella  de cava a
punto de salirle disparado el tapón, sólo había que darle el definitivo empujoncito y  saldría en ebullición todo aquel líquido comprimido  y reprimido durante tanto tiempo … 

          Y como en los cuentos de adas, esa explosión se produjo de una manera imparable y de  la forma más sencilla, inesperada e imprevista, pero con una fuerza tan vital y arrolladora que a partir de entonces todo cambió sin temor a ser anatematizado  por nadie.
Fue el caso que a nuestro pueblo llegó un señor que se hizo cargo de la secretaría del Juzgado de Paz “el Sr. Secretario”, no recuerdo su procedencia, pero sí que con él trajo a su familia: Dos preciosísimas hijas en edad de merecer y a las que popularmente se las llamaba “las secretarias”. Estas bellezas (ambas dos)  y empezando de sus cabezas y hasta los pies, vestían de la siguiente manera. Cabellos rubios, no sé si naturales o de bote, muy bien cuidado, así como de peluquería. Rostros  esmeradamente maquillados: rimel en las pestañas, cejas muy bien depiladas y perfiladas, ojos sombreados y achinados, pómulos coloreados. En cuanto a sus formas de vestir podéis imaginaros que era acorde con todo el conjunto, escote algo generoso, cintura estrecha y largo de falda así como una cuarta por debajo de las rodillas,  zapatos de tacón alto que les daban un porte grácil y esbelto en sus maneras de andar. Con ellas llegó al pueblo esa revolución tan necesaria y aperturista que cambió los moldes habidos hasta el momento  entre la juventud. No creáis que pasara del  negro al blanco o de un extremo a otro de una sola tacada, pero sí cambiaron muchas cosas y todas para bien:  Las formas de comporta-miento en el baile, en el paseo,  en el vestir, en el arreglarse, en  los gestos y en todo aquello que soltara el pedal de aquel freno  oprimido  durante tanto tiempo y que con la
llegada de estas chicas al pueblo,  resultó la liberación. Ellas trajeron la innovación  de todas aquellas cosas que en Fuentes no se habían puesto en práctica por la falta de conocimiento de que las mismas existieran. Ellas
fueron las precursoras de poner a Fuentes a la moda del momento así como la preparación del camino a los tiempos que se avecinaban, creando  las condiciones necesarias para  dar el paso de gigante al cambio que se nos venía encima,  y que este no era otro que el regreso, ya en la década de los 60, de aquella juventud emigrante, que en un principio fue desde Barcelona y algunos desde Sevilla (como fue mi caso)  y otras ciudades españolas que venían a pasar sus vacaciones en el pueblo, luego más tarde sería desde Alemania, Suiza, Bélgica, Holanda etc. etc.  ellos  traían ya 
grabadas en sus retinas otras formas de vivir y que se fue aceptando y copiando aquí en nuestro pueblo, ya las parejas paseaban cogidos de la mano o pasado el brazo por el hombro, así como los más osados, también por la cintura. Este cambio, unido a la llegada de la TV en el 1961 fue el espaldarazo  que ayudó para poner al día y sacar a la juventud del momento de aquel marasmo en que se hallaba sumida.

          El resto ya es más sabido por todos y en adelante ya tampoco pude vivir yo la experiencia de los futuros cambios. Yo marché del pueblo en el 1960 y aunque seguí yendo, principalmente en los veranos, rompí definitivamente mis vínculos afectivos e íntimos   exactamente en el año 1967, que coincidió con  un episodio  muy personal, fue una ruptura  que influiría muy mucho en mi vida futura, la cual tuvo que dar un cambio radical y que duraría hasta siempre;  por ello podría aplicárseme, a partir de ese preciso momento, aquella célebre frase dicha por Julio Cesar al paso  del río Rubicón  “Alea iacta est” (la suerte está echada)

1 comentario:

  1. No cabe la menor duda que el mundo evoluciona y casi siempre es para bien. Lo bueno del caso es que haya una persona, en este caso Ignacio, que sepa plasmar, con acierto y buena memoria, esos acontecimientos vividos por él y que corresponden a la historia viva y real de todo un pueblo.
    !!Bravo!!
    José Suárez

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